LA CLAVE DEL DESTINO, EL TAROT


El juego del Tarot es, posiblemente, el antepasado de todos los juegos de cartas modernos. Pero ¿Se puede hablar propiamente de un juego cuando se menciona al Tarot? ¿Se trata de una simple serie de láminas ilustradas destinadas a entretener el ocio humano? ¿Podrá ayudarnos en nuestra búsqueda espiritual?
Desde hace siglos el ser humano busca en las barajas la clave de su destino.
Resulta difícil creerlo. Desde luego, los tarots, ricamente adornados, pueden gustar y divertir. También pueden invitar a un largo e impresionante viaje por el universo mágico, donde  las  cosas no son exactamente las mismas que en el nuestro, donde el pasado y el porvenir se fusionan, desafiando todas las leyes conocidas del espacio y tiempo, donde el ser humano debe “montarse sobre sus propios hombros” para conocer  lo que le espera.
No se sabe con exactitud quién inventó los juegos de cartas en general, ni el tarot, en particular; existen las hipótesis más divergentes a este respecto. En el siglo XVIII se habló de Egipto, pero hay otros indicios que creen que llegó de China o de la India, o quizá de la antigua patria de los gitanos, incluso se llega a pensar que entró en Europa a través de los cátaros.
Un dato seguro es que el primer juego de cartas apareció en 1325 en Alemania. Esas cartas representaban escenas de vida cotidiana, unas barajas únicas, que estaban reservadas a los privilegiados que podían pagarlas.
Más tarde en 1381, entre papeles de un notario de Marsella, Laurent Aicardi, mencionan un juego de cartas, en Lille, hacia 1382, ya circulaba algún juego de cartas, poco a poco fue extendiéndose por toda Europa.
Carlos VI Rey de Francia, encargó tres juegos de naipes, hoy sólo conservamos diecisiete láminas. 
El tarot ya se menciona en Italia por primera vez en 1379. La familia Visconti-Sforza ya encarga cartas a un artista.
El juego del tarot alcanza una gran popularidad en Europa en el siglo XVI, cuyo número de naipes oscilaba entre 78 y 97, es a partir del siglo XVIII, cuando se consideró oficial la baraja de 78 cartas, con sus cuatros series de 14 cartas inferiores (arcanos menores) que van del As al Rey, y sus 22 cartas maestras (los arcanos mayores).
Numerosos autores del siglo XIX, estudiaron con mucho interés el Tarot, como Eliphas Levi, famoso ocultista francés, que descubrió una correspondencia entre los 22 arcanos mayores y las 22 letras del alfabeto hebreo. Otros muchos estudiaron intensamente el aspecto adivinatorio, especialmente en Inglaterra.
Esta genealogía, que explica el desarrollo de los tarots, no nos dice nada acerca de su porqué.
¿Quién diseñó los arcanos mayores? Podría ser que los templarios hubieran recibido una  iniciación tradicional, ajena al mensaje cristiano, durante el tiempo que estuvieron en Tierra Santa, y que hubieran transmitido su saber a través de las hermandades que trabajaban en aquella época en la construcción de las catedrales góticas.
El hecho es que los arcanos mayores rebosan de símbolos alquímicos, astrológicos, esotéricos y religiosos, tanto cristianos como paganos. Las tradiciones del antiguo paganismo europeo siguen rigiendo el Tarot: normalmente no se debe echar las cartas el 1º de Mayo, ni durante la Luna llena de ese mes. No es más que un ejemplo, elegido entre muchos otros.
Los arcanos menores también están cargados de símbolos. Sus cuatro palos son las espadas, copas, bastos y los oros (picas, corazones, tréboles y diamantes en este orden en Francia e Inglaterra).
Según algunos ocultistas y estudiosos del tema, estos cuatro palos representarían los cuatro objetos sagrados de la leyenda del Santo Grial: la espada, la copa, la lanza y el plato; para otros a los cuatros elementos: Fuego, tierra, aire y agua.
En general, las personas que actualmente se interesan por el Tarot no se ocupan más que de las 22 láminas mayores. Cada  una de ellas representa un personaje concreto y un número de orden. El orden generalmente aceptado se distribuye de la siguiente forma:
0 ( o 22) EL LOCO                                      11 LA FUERZA
1 EL MAGO                                                  12 EL AHORCADO
2 LA PAPISA                                              13 LA MUERTE
3 LA EMPERATRIZ                                 14 LA TEMPLANZA
4 EL EMPERADOR                                   15 EL DIABLO
5 EL PAPA                                                    16 LA TORRE
6 EL ENAMORADO                                  17 LAS ESTRELLAS
7 EL CARRO                                                18 LA LUNA
8 LA JUSTICIA                                           19 EL SOL
9 EL ERMITAÑO                                      20 EL JUICIO
10 LA RUEDA DE LA FORTUNA       21 EL MUNDO
Este aparente desorden de símbolos constituye, de hecho, una especie de camino de progreso interior: los arcanos 1 al 11 simbolizan las fuerzas divinas que llevan a la creación; el arcano 12 significa la transición, entre la antigua forma de vida y el nacimiento a la vida espiritual.
Los arcanos 13 a 21 representan al ser humano enfrentado a su destino material, y finalmente, el arcano 22 ( o arcano 0), el loco, no suele estar numerado y se conforma con reforzar el valor de la carta que le sigue.
Es imposible enumerar los múltiples sistemas de interpretación de los arcanos mayores y menores, se conoce  una forma cristiana, una gitana, una forma cabalística, teosófica…etc.
La riqueza simbólica de los tarots y su asombroso poder de sugestión es tal que cada persona puede obtener de ellos una impresión estrictamente personal e incomunicable. De eso proviene sin duda, la fascinación que esas  cartas ejercen, desde hace siglos, sobre la humanidad. En todos los países, en todos los tiempos, en la mayoría de las culturas, muchas personalidades han recurrido a ellas.
Podría escribir una biblioteca entera acerca de cada arcano. Si se sigue la pista cabalística, se advierte rápidamente que los 22 arcanos mayores pueden corresponder a las 22 letras del alfabeto hebreo (como hemos mencionado antes), así como a los 22 senderos del árbol de la vida de la cábala. Desde el punto de vista, se puede considerar al Tarot como una vía mística, la que ayuda a escalar el árbol y acercar al ser humano hacia lo divino.
Siguiendo otras pistas, se pueden vincular las láminas con los planetas, los signos del zodíaco, los dioses paganos, las plantas, los animales, los colores, las piedras preciosas, los ritos mágicos, los perfumes, hasta simbología erótica…


                        

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